Un comodorense en Varsovia
La Ciudad Vieja, corazón de Varsovia |
-Soy de Argentina.
-Ahh... Argentina... Maradona.
Depende de la edad de quien pregunte, es Diego la primera relación que hacen con el país. Si la pregunta viene de alguien muy joven, me nombrarán a Messi. Que por cierto, aparece en publicidades en prácticamente todos los países que visité. Nuestros principales embajadores por el mundo son los futbolistas y luego el tango y Evita.
Lo primero que recuerdo de Varsovia, son sus calles. En muchas de ellas, ademas del hielo y nieve, vi con gran deleite como estaban hechas de piedras. Casi como los adoquines porteños. Algunas calles del ancho de las nuestras en Comodoro, pero otras son muy, muy estrechas. Tengo grabada una de ellas, donde solo podría pasar un coche, y tiene marcados los surcos por donde paran las ruedas de carruajes, en siglos pretéritos. Fue una sensación muy especial caminar por ellas. Pensaba yo, en todas personas que pudieron pisar esas mismas piedras: señoras elegantes, con grandes vestidos o caballeros de galera quizás.
El segundo día en la capital polaca, lo usé para recorrer el centro. Gracias a una amiga local, fuimos a la Ciudad vieja (Stare Miasto) donde quedé boquiabierto debido a la belleza de los frentes de edificios. Calculaba que eran construcciones del Renacimiento, por el estilo. Pero Katarzyna me recordó que en 1945, el 95% de la ciudad había sido destruida por orden del Führer. Debido a que Varsovia se rebeló dos veces contra los nazis (una en el gueto judío y la segunda toda la ciudad) Hitler ordenó ir casa por casa y demoler completamente la ciudad: "Transformen la ciudad en un lago" fue lo que dijo textualmente. Y así lo hicieron. Cuando todo terminó, los polacos quisieron reconstruir su capital. Y durante algún tiempo estuvieron buscando en cada biblioteca, en cada álbum familiar, las fotos de como era Varsovia antes del paso de los alemanes. Buscaron planos de esos edificios y mandaron a traer, desde ciudades del sur, en la zona de los Cárpatos, frentes originales de edificios.
En unos pocos años, habían vuelto a la vida a la vieja ciudad. "Podrán destruir las paredes, pero no la cultura" Todo lo que uno puede admirar en esta Ciudad Vieja, vino de otras ciudades y pueblos, que sacrificaron un poco de sí, para restaurar la belleza de la capital.
Entonces encontré, lo que luego se transformaría en mi calle favorita de Varsovia: Nowy Swiat (Mundo Nuevo) es una calle no muy ancha, y de una decena de cuadras de largo, pero con todos los atributos para considerarse la más paqueta de la zona. Ahí es posible encontrar pubs de aspecto centenario o Monumentos a los personajes más ilustres; como el Copérnico en una plazoleta con el sistema planetario en las baldosas. O el Cristo que puede ser visto al principio de la película El Pianista. La primera vez que vi esta estatua, no reconocí quien era, ya que íbamos en un tranvía. Le pregunté a mi guía:
-¿Quién es ese tipo?"
-¿Tipo?- Me dice ella sorprendida.-¿No le has visto la cruz? Es Cristo.
Por cierto, lo más visible era la cruz y su mano apuntando hacia el frente.
Una cosa que me llamó la atención, fue el aspecto de los policías. Todos ellos, todos, son altos y musculosos. Quiero decir, los polacos son más altos que nosotros, por sobre el metro ochenta es lo normal, pero los policías son aun más grandes y doble ancho, por así decirlo. Con solo verlos uno quiere seguir al pie de la letra cualquier reglamento que pudiese existir. Katarzyna me explicó que en Polonia existe una selección sobre el destino de los policías. Existe una sola academia, en el este del país y desde ahí son enviados a distintas ciudades. Los mejores van a Varsovia, luego a Cracovia y así. Entonces, esos policías que pude ver, eran lo mejor de lo mejor del país. Un día, íbamos con unos muchachos bajando al subte, cuando vemos que estaba por irse. Trotamos o corrimos para alcanzarlo. En cuanto entramos, aparece de la nada uno de estos policías y comienza a hablarnos en un tono un poco alto, señalando un cartel en la pared. Ahí podía verse el dibujo de "prohibido correr". Los chicos asintieron con la cabeza y el uniformado dio media vuelta y se fue. Su mera presencia fue muy convincente.
Una noche, estábamos con varios amigos y comenzamos a tomar. Es muy normal tomar cerveza y vodka. Incluso las chicas toman vodka, mucho más de lo que yo podría tolerar. Pero uno de ellos se negó. Lo que me pareció curioso. Pregunté si era abstemio, y luego de la risa general (creo que eso no existe en Polonia) me dijeron que él debía manejar el vehículo luego. Es decir, quien maneja no bebe. Es una regla de oro. Desde entonces, presté mucha atención a esto, y nadie, en ningún momento, que fuera a conducir, se atrevió tomar una gota de alcohol. El reglamento sobre tomar y manejar es clarísimo y muy estricto. En Europa en general, donde las leyes están unificadas, se lo considera una falta grave, casi como un intento de homicidio. Ésta es una de las cosas que me gustaría que aplicásemos en Comodoro. Una reglamentación simple y sin excepciones sobre lo que es conducir. ¿Cuantas vidas salvaríamos?
Otra noche, fuimos a bailar en grupo. Fuimos a distintos pubs y boliches. Fue una noche digna de ser recordad, con las calles nevadas, adornos y luces navideñas por doquier. Otra cosas interesante, y que me hizo sentir como en casa, fue la música de los boliches, casi toda música ochentera.
El cambio entre pesos argentinos y zloty polaco (2011/2012) está a 1,3-1.00 a favor de ellos. Sin embargo, quien va con dinero patagónico, verá las cosas bastante baratas. Una cerveza en un pub está a 6 zl, (unos 7 pesos) Una comida en un restaurante, unos 40zl, depende que pida. Una noche en un hotel 3 estrellas, costará unos 90zl. Es decir, si lo comparamos con lo que gastamos en Comodoro, está muy accesible. Nosotros tenemos la mayoría de las cosas a precio de euro. Siguiendo con los precios, viajar desde la capital hasta la hermosa Cracovia, cuesta 50zl en un tren. Es un viaje de 5 horas. Para ellos, una eternidad.
Como suelen decir, para los americanos cien años es mucho tiempo, y para los europeos cien kilómetros es una gran distancia.
Varsovia ha sido una experiencia tan gratificante, desde todos los puntos de vista, que la he visitado varias veces. Cualquier excusa es buena para caminar sus callecitas, para subir a sus edificios y mirar, por un lado a la vieja capital y por otro, a la urbe moderna, cubierta de rascacielos. La gente, más allá de ser una capital, se muestra abierta y amable con el visitante. Es sin dudas, una de las ciudades que debe ser visitada en un viaje por Europa. Estamos acostumbrados a viajar por la Europa occidental, que por cierto tienen excelentes lugares por recorrer, pero también del otro lado hay maravillas que no deberíamos perdernos.
omar m. soto
Próxima ciudad: Kaliningrado, la puerta a Rusia.
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