martes, 9 de diciembre de 2008

Diciembre

La palabra Diciembre viene del latín Decem, que significa 10. Es que fue alguna vez el décimo mes del año.
Llamado Detsember en estonio, decembro en esperanto, prosinec en checo o Tlamahtlācōnti en nahuatl, es un mes especial en varias culturas. Varios hechos inusuales ocurrieron a causa de esta parte del almanaque. El cristianismo dejó una marca muy fuerte al final del mes, donde las costumbres acumuladas de varios milenios permiten a las gentes dejar aflorar, una vez al año, esa parte que permanece oculta.


1-Los soldados de navidad

En diciembre de 1914, el frente británico-alemán era una carnicería. Era la guerra de trincheras, que se movían unos cientos de metros al este, luego otros cientos al oeste. Estos metros solo dependían de las montañas de cuerpos que se acumulaban. La noche del 24 de diciembre en la región de Ypres, la actual Bélgica., los alemanes comenzaron a decorar sus trincheras con motivos navideños. Continuaron con villancicos que fueron escuchados por todos. Tuvieron como respuesta un coro navideño, del otro lado de los alambres de púas. Los británicos comenzaron a gritar saludos para los alemanes y los alemanes a los británicos. Así pasaban esa noche, con deseos de feliz navidad y canciones sobre el niño Dios. Entonces alguien invitó a encontrarse en el medio de ambas hileras de trincheras. El ánimo invitaba a aceptar y así fue que salieron de sus fosas para saludarse. Comenzaron a llevar sus pocas preciadas posesiones: algo de licor, chocolates, incluso se intercambiaron direcciones.
Esta tregua espontánea se propagó por todo el área. No se escucharon cañonazos ni disparos. Acordaron permitir que ambos bandos recuperasen los cuerpos de sus respectivos compañeros caídos. Algunos fueron sepultados en la misma zona de entre-trincheras. Soldados, tanto alemanes como británicos estuvieron de pie, respetuosos, mientras se leían pasajes de la Biblia.
Al día siguiente, tampoco hubo disparos. En varios kilómetros de trincheras, los soldados de ambos bandos seguían conversando y confraternizando. Nos hemos enterado a través de cartas, tanto germanas como británicas, de al menos un partido de fútbol. Estas cartas coinciden en afirmar que el resultado final (si es que a alguien importa) fue tres a dos a favor de los teutones. Aunque fuera negado oficialmente, varios soldados encargados de los cañones, acordaron intercambiarse coordenadas en las que el otro pudiese disparar sin dañar a nadie. Entones, al otro día de navidad, volvieron a escucharse cañonazos, pero caían sobre terrenos desiertos. No querían que los mandos superiores se enteraran que ya no querían luchar. Que ya no podían luchar. Es difícil dejar de combatir en medio de una guerra, pero más difícil es volver a hacerlo después de ver cara a cara a tus enemigos.
Y tan así fue la situación, que luego de semanas y hasta meses sin bajas, los generales británicos y alemanes decidieron, en forma espontánea también, retirar a sus soldados y poner otros en su lugar. Los soldados de navidad fueron repartidos por otros frentes, donde pudieran combatir sin culpas.
Esta historia fue contada en diversas ocasiones, una de ellas por Paul MacCartney en su canción y video “Pipas de la paz”.



En noviembre de 2008, se reunieron en el mismo lugar, soldados de aquellos batallones que combatieron y dejaran de combatir en el invierno del año 14. Con la asistencia de algunos de los hijos y nietos de esos soldados, realizaron un nuevo partido de fútbol. Se debe decir que, de nuevo ganaron los alemanes. Se intercambiaron elementos personales y otros propios de la milicia.
La pelota que fue usada aquel día fue firmada por los jugadores y ahora se encuentra en el museo Militärhistorisches Museum der Bundeswehr de Dresden, Alemania.



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