Se dice que Łomża tiene una de las mejores cervezas del centro europeo. Pero esa es una verdad parcial; una de las mentes más interesantes que he conocido, vio por primera vez la luz en las afueras de la ciudad. La profesora Nadolna permanece la mitad del tiempo en Łomża y la otra en el castillo de la cercana ciudad de Olsztyn. Esa tarde me fue a buscar a la estación de trenes, cuando llegué de mi viaje de Argentina y me ofreció quedarme en el castillo. Me reconoció de inmediato. Es fácil reconocer a un argentino en Polonia. Aún cuando ya era primavera, había algo de nieve en el área. La ví desde el avión cuando aterrizabamos, cual delicada decoración sobre las calles y edificios.
-No solemos usar este lugar para hospedar gente, pero como usted viene de la Biblioteca Nacional de Argentina, pensamos que era posible hacer una excepción. Espero que este lugar tan viejo sea lo suficientemente cómodo para alguien del nuevo mundo.-dijo la profesora Nadolna. Ella medía alrededor de un metro setenta. Con cabellos rubios y ojos celestes. Tenía una sonrisa en su rostro la mayor parte del tiempo, algo que no sospeché en nuestras previas conversaciones telefónicas y claro, tampoco en las cartas que me escribió.
-Es más que un honor para mí, sabía de este lugar por fotografías. Se lo agradezco profundamente, profesora. Nunca pensé que podría estar algna vez en un castillo. Para mí, es algo salido de un cuento. –Le dije, con algo de cortecía y mucho de honestidad. Pasamos esa tarde caminando a orillas del lago y conversando sobre mis razones de viajar a Polonia y sobre todo, a Olsztyn.
Después de muchos años, ví con mis propios ojos aquellas imágenes semi borradas de mi memoria. El castillo enorme y rojizo, la estatua de Nicolás Copérnico sosteniendo la Tierra, un arroyo (luego supe que era un lago). Todas esas imágenes estuvieron en mi cabeza desde que viviera en mi vieja casa en La Patagonia.
-Cuando yo tenía unos cinco años, solía tomar mi baño frente a una pared con una chapa de metal pulido. Me gustaba jugar ahí, mirando ese espejo. No puedo recordar con excactitud cuando fue la primera vez pero, me quedé mirando, sin pestañar y luego de un minuto, ví y sentí que mi cara cambiaba en el refejo. La superficie del metal cambió, tomó vida, empezó a mostrar colores y formas. Y esas formas eran tan normales para mí. Estaba seguro de que todos los chicos veían las mismas cosas cuando se bañaban. Después de un rato de mirar fijamente ese espejo, veía siempre, esas imágenes. Algunas veces veía personas camindando en una calle, otras veces un océano. No sentía miedo ni intranquilidad ante esto, ya que era completamente natural a mis ojos. Un día ví un bosque oscuro con muchos lobos o perros corriendo al lado mío. Otro día, una citadela de piedra esculpida en la ladera de una montaña. Y otras veces, veía un hermoso castillo, con algunos árboles alrededor. Unos días con follaje verde, otros blanco de flores. Ví al castillo desde distintos lugares y distintas horas, incluso lo dibujé varias veces en la escuela. Pero fue la estatua la vision mas perdurable. Una estatua que siempre aparacía junto al castillo.
Por esos años solía pasar la mayor parte de mi tiempo en la biblioteca de casa. En una de esas larguísimas tardes, encontré en un libro, la foto de una estatua: Nicolás Copérnico, sentado en un parque, sosteniendo al mundo. Y me dí cuenta que era tal como en mis visiones. Estuve leyendo sobre ella y encontré que era real, no parte de mi imaginación. Fue construída hace muchos años en una ciudad del norte de Polonia, llamada Olsztyn. Esa explicación significó poco para mí, entonces. Lo único que me importaba, era saber que esos sueños lúcidos tenían un lazo con la realidad. Que realmente ví, una parte del mundo.
Entonces, comencé a leer sobre este hombre. Todos sabemos lo importante que fue en la historia, nos dio una de las claves para entender quienes somos y sobre todo, donde estamos en el universo. Escribió algunas cosas que fueron únicas, y una de ellas fue una piedra básica en mi vida: “No importa si todo el mundo esta en nuestra contra, es posible que todos ellos estén equivocados y nosotros seamos los únicos acertados.”
Fue en ese año, en que Copérnico era mi referente de vida, cuando pasaba horas en mi bañera, mirando la pared metalica. Me quedaba ahí, flotando en mi océano privado, mirando las imágenes, pero más y más, eran acerca de él. Ví a Copérnico entrando y saliendo del castillo. Lo ví durmiendo en una cama de madera. Lo ví dibujando líneas en una pared a la luz de unas velas. Sus ojos se veían tan descolocados esa noche. Varias veces se apacerció leyendo un libro, creo que siempre era el mismo. Debió ser en secreto, porque se lo veía inquieto. Le hizo copias, a lo que se alcanzaba a ver como escrito en una lengua no latina. Jamás volví a ver esos caracteres. Claro, eso llamó mi atención mucho tiempo después, cuando mi atención cayó sobre ese libro y empecé a escribir sobre él.-
Sobre estos temas conversamos esa tarde con la profesora Nadolna, mientras caminabamos cerca del lago. Curiosamente, no mostró gran sorpresa cuando supo de estas visiones de mi época infantil. Me tomó algún tiempo darme cuenta de que ella también tenía un extraño pasado, pero que su humildad o temor le impedía tocar abiertamente. De esto charlamos y de varios de los hechos más importantes de la ciudad. Algunos de ellos divertidos, otros alegres y tambien tristes.
Esa noche, la profesora Nadolna me acompañó hasta una habitación gigantesca en algún lugar del castillo. Esperaba que estuviese iluminado con velas, como había visto en tantas películas, pero la vida moderna también estaba en el castillo centenario. Aun así, esa lámpara fue insuficiente para iluminar el cieloraso invisible. Tomé mi diario y comencé a tomar nota de todo lo ocurrido ese día. Algunas comparaciones me fueron inevitables. Cuando Shi-Guan Tí llegó al poder, decretó que todos los eventos anteriores a su gobierno, serian borrados. La historia de China empezaba con él. Basó su vida en crear un memoria eterna de sí mismo; hizo construir la gran muralla, ordenó crear al ejercito de terracota e investigó obstinadamente, la manera de alcanzar la inmortalidad usando todo tipo de elixires. En otro continente y alrededor del año 1350 antes de Cristo, Akenatón comenzó con cambios muy profundos en la política egipcia. Mandó a buscar a sus ejércitos que invadían los países vecinos. Estableció que todos los egipcios tuvieran acceso a la educación. Quitó muchos privilegios a la clase alta. Por supuesto, esto comenzó a crearle muchos enemigos de cuidar. Luego de su no muy clara muerte, su sobrino Tutankamon accedió al trono. Este sobrino mostró de inmediato una continuación de las politicas del tío, y así fue que tuvo una muerte temprana. Seguro, a manos de los mismos que cuartaran la vida del revolucionario Akenaton. Inmediatamente luego de esta segunda muerte, se borró el nombre de Atón de todos los lugares..o casi todos- se pretendía eliminar la existencia de esta persona de la historia. Y casi lo lograron.
Los odios o miedos intentaron borrar esos años que igualmente nos llegaron hasta nosotros. Sabemos sobre la China antigua, como también del amor de Akenatón por un dios único, el dios del amor. Quitando todos los clásicos dioses sanguinarios de Amón. Tanto Shi-Guan Tí como luego Horemherb intentaron silenciar el pasado. El Primer Emperador y el Faraón buscaron erradicar lo que temían u odiaban, y así librarse de su sombra oprimente.
En una forma similar pero con otros motivos, yo desearía borrar de mi mente y callar por siempre lo que aprendí sobre los años en que los alemanes estuvieron en estas hermosas ciudades, dejando muerte y odios. No solamente a los pobladores locales sino, como puedo dar fé, al mundo.
Escojí dejar esa parte del tiempo en el olvido. Quiero pensar que nunca sucedió. Que el mundo no perdio sesenta millones de vidas sólo por la idiosincracia de un país. No dejo de asombrarme de como estas personas viven con tanta paz con su pasado. De seguro no ocurriría lo mismo con nosotros. O tal vez lo lleven guardado mejor de lo que lo haríamos nosotros, latinos con casi nula posibilidad de disimular nuestros sentimientos.
Hoy, al rememorar esa primera noche en el castillo, la primera palabra que viene a mí es frío. Cuando estaba en la cama, escribí estos pensamientos en el diario, quizás para entenderlos mejor, o sólo para que en el futuro tuviera un testigo de esas sensaciones únicas y que ahora considero sagradas. Luego apagué la luz y me dejé ir en mis sueños, deseando encontrarme con ellos otra vez.
Castillo de Olsztyn
2. el libro
Al día siguiente, la profesora Nadolna y yo fuimos a caminar. Fue entonces cuando le expliqué la verdadera naturaleza de mi visita.
-Gracias a esos sueños que tuve y a los trabajos posteriores que leí-comencé- llegué a conocer este libro especial. Que parece tratar de ciencias y algunas artes. Desde un comienzo estuve bastante seguro de que no era solamente una parte mi imaginación infantil. Pero luego, supe de un cuento, una historia supuestamente de ficción, que trataba de un libro muy similar. Lamentablemente, cuando quise ubicar a su autor, me enteré de que ya había fallecido, por lo que no tuve la oportunidad de consultarlo sobre lo que pudiese haber descubierto en su lectura. Aun así, pude localizar a su viuda. Ella era una señora muy atareada en aquel momento, en la realización de una fundación. Le escribí una carta y un par de semanas despues, me contestó con un facsímil. Ahí me explicaba del destino ignoto del libro (que sí existía) y me agregó unas copias de lo que su marido había usado para aquel relato. Era, al parecer, lo que yo estaba buscando. Tenía algunos dibujos del trayectorias, anotaciones en polaco y lo que se veía como cálculos de la posición del sol. Gracias a la Colectividad Polaca de mi ciudad, supe que lo escrito ahí eran las observaciones y corroboraciones de lo que poseía el famoso libro.
Fue entonces que comencé a buscarlo: un libro antiguo, que fue usado por Copérnico, que estuvo en un castillo de Polonia y en la Biblioteca Nacional. Luego de un tiempo de investigaciones, encontré esta lugar. Al escribir a la dirección que me dio la embajada polaca, me contestó usted. Bien, ya sabe el resto de la historia.-
-Es muy inusual recibir una carta desde la Biblioteca Nacional de Argentina, preguntando por un libro antiguo, escrito en un alfabeto no latino y con comentarios en polaco.-me dijo la profesora.-inusual e interesante, por supuesto. Además, estábamos con mucha curiosidad por saber como habían localizado este lugar. Un pequeño con visiones estaba entre las últimas posibilidades, créame. Pero la vida es extraña. Cosas como esas suceden, o podrían suceder.
Esa mañana caminamos por las calles de Olsztyn. Hablamos sobre el libro, nuestros estudios en litereatura y por supuesto, sobre Mikolaj Kopernik, como ella lo llama en su idioma original.
-Aun hay algunas partes de su vida que permanecen sin determinar.-me dijo.-Cuando estaba dibujando las líneas en la pared del corredor del castillo, usó algún método que no podemos reproducir. Son líneas que sirven para entender el movimiento real de la tierra alrededor del sol. Por supuesto, ésto indica que es la tierra la que se mueve, no el sol. Nos hemos sentido muy frustrados por esta situación, porque vemos que sus cálculos fueron correctos, pero despues de varios siglos, no encontramos su método. Ahora usted me dice que es posible que haya basado, al menos la idea básica, en un libro antiguo. Entonces, estas partes en blanco podrían tener sentido.-
-Me temo que sólo tengo en mi memoria, algunas imágenes borrosas de ese libro. Es más, las copias que me envió la señora Kodama tampoco son muy claras y mi nivel de compresión en estos temas son muy limitados. Esta señora vió por última vez al libro hace casi treinta años, un poco antes de que su esposo lo dejara en la Biblioteca Nacional.-
-¿Sabe que sucedió con el libro luego de eso?-
-Para serle honesto, la última pista que tengo luego de la Biblioteca, es éste castillo.-
-Le puedo asegurar que conozco cada centímetro del castillo, y jamás ví un libro con estas características. Sería maravilloso poder leer y estudias una pieza tan única.-
Cenamos pierogi en el centro de la ciudad y luego volvimos a pasar la noche en el castillo.
El día siguiente comencé a revisar la biblioteca principal, además de los libros usuales y básicos, encontré algunas copias medievales, Sobre ética, de Teofilatos de Somocata. Miniaturas que el bibliotecario me permitió ver y tocar. El hypothesibus motuum coelestium a se constitutis commentariolus y otros trabajos de Kopernik, que son guardados con el celo que merecen. Además de los mencionados estudios sobre los rayos del sol, tienen otros trabajos manuscritos únicos, realizados en Olsztyn, que permanecen en gran estado de conservación.
Durante los días siguientes, me mostraron varias bibliotecas en la zona de Mazurnia, de la cual Olsztyn es parte. La profesora Nadolna estuvo conmigo la mayor parte del tiempo. Su guía fue fundamental para entender estos lugares. Me dieron la idea de generar un intercambio entre las bibliotecas del área y las de Argentina, a la que accedí con total agrado. Me acercaron una lista de muchos títulos para que podamos comparar en casa y así ofecerles otro listado local de libros raros.
Un día, mientras volvíamos hacia el castillo, nos detuvimos a la entrada de una arcada. Tendría unos venticinco metros, completamente hecha con ladrillos y con un delicado estilo, similar al romano del este.
-Ésta es la “Gran Puerta”-me dijo la profesora-es usual que cuando la gente pasa caminando, pida un deseo. Probablemente todos aquí lo hemos hecho. Algunos de estos deseos son concedidos, otros deberán esperar un poco más.-me dijo con una sonrisa, dando unos pasos atrás.-
Por supuesto que tenía un gran deseo para pedir. Viajé una gran parte del planeta en la búsqueda del libro, tratando de encontrar ese vínculo entre él y Mikolaj. He llegado a comprobar que todo ese mundo que atestigüé en mi niñez eran verdaderos. Si el universo era capaz de hablarnos en esta forma tan misteriosa, quería adentrarme por completo en él. Si es posible asomarse en sus secretos corredores, entonces caminaré por ellos con todo mi ser.
Vi a las personas caminando bajo la Gran Puerta, algunos de ellos me miraban. Ciertamente yo no lucía como un típico polaco, con parte de mi sangre india, mi piel era mucho mas oscura que la de ellos. Sentía sus ojos desde que arribé a esta zona de Europa, pero la mayoría de ellos, sino todos, lo hacían de una manera agradable, acompañados de una sonrisa. Podía deducir que era una curiosidad hija de un auténtico interés y no segregación, como es conocido en otras culturas. También debo decir con gusto, que mi anfitriona siempre mostró en su rostro la mayor simpatía. Algo que no es tan fácil de encontrar.
Y con respecto a mi deseo, es claro, fue sobre el libro. Pero no sólo sobre él.
Al momento de volver al castillo, el sol estaba poniéndose. De alguna manera, todo el escenario a nuestro alrededor tomó un colorido muy particular y me recordó como nunca y por primera vez en mi edad adulta, aquellos días en la bañera de mi casa. Sentí que volvía, por unos preciosos segundos, a esos años en mi Patagonia.
Dentro del castillo, en el corredor principal, nos quedamos observando los dibujos sobre la pared. Tal como los vi en los facsimils, tenía los rayos del sol, con sus distintos grados en cada época del año. A nuestra izquierda, nos miraba la figura a tamaño natural de Kopernik.
-Verá, hay un par de cosas que recuerdo perfectamente sobre él.-le dije-Una vez conversamos. He estado pensando mucho sobre ese hecho. ¿cómo puede ser posible conversar con alguien que yo no existe hace tanto tiempo? Y lo que creo es que, una vez, mientras yo estaba en ese trance, Mikolaj estaba durmiendo y soñando. Yo estaba mirando el espejo desde mi bañera, y él estaba durmiendo en su cama. Tengo esas imágenes muy vívidas aún. Era un desierto blanco, nos rodeaba un cielo negro, lleno de muchas estrellas. Él no se veía como en las pinturas, sus cabellos eran cortos y blancos, con una nariz muy fina y la mirada de un chico. Aun cuando era de noche, toda la tierra a nuestro alrededor estaba iluminada. Cosa que es común en los sueños. Si aún tengo esto en mi memoria es porque, luego de que me dijera algo, no se en que idioma y con una sonrisa en la cara, señaló hacia arriba, en el bóveda negra. Fue entonces que me percaté que ahi, entre los miles de puntos brillanes estaba, flotando en el espacio, La Tierra.
Luego de mis recientes experiencias, comencé a darle otro valor a ese evento. Me pregunto si realmente estuvimos unidos esa noche. Si tal vez nuestra comunicación era no sólo de una vía. Quiero pensar que al menos esa noche, mientras él dormía, pudo ver algo más a través de mí.
Recordé que tenía unos papeles para mostrar a la profesora.
-Esta es una las cartas que usted nos escribió, profesora. Y esto es del libro de visitas de la Biblioteca Nacional. Ahí mantenemos las firmas de todos los que entran.-le enseñé ambas firmas juntas.-No pensé que fuera a firmar con el mismo nombre cuando usted estuvo en Buenos Aires, es algo que me sigue intrigando, no se quiso ocultar en ningún momento. Las dos firmas son idénticas: Sra. S. Nadolna 10 de abril, 1983. Bueno, al menos ahora ya estoy seguro de que usted estuvo ahí, y no queda otra explicación que fue para recuperar el libro. En realidad no presentaría ninguna queja. Creo firmemente que éste es el verdadero lugar donde guardarlo. Tuvimos suerte de tenerlo unos años, incluso no sé como llegó a Argentina. Solamente espero que algún día lo vea editado para poder investigarlo en forma correcta.-le dije con una sonrisa.-
-Bien, no se que decirle. Muchas cosas pudieron suceder. Sólo le puedo decir que respeto mucho su interés, veo que es genuino. Y claro, si alguna vez veo ese libro, tendrá la primer copia Por supuesto, luego de que lo estudiemos como corresponde. Nuestros deberes con el trabajo que elejimos son sagrados para gente como usted o yo. Estoy segura de que me entiende.-me dijo-Esto es tan extraño para mí. Tendré que pensarlo detenidamente. Hoy fue un dia largo y extenuante. Debería ir a dormir ahora....y quería decirle, usted está durmiendo en la misma cama que él usó hace años. Que tenga buenas noches.
3. el diario
A la mañana siguiente me desperté temprano. Debía llamar a Buenos Aires para dar un reporte completo de lo sucedido en esos días. Mis órdenes fueron volver de inmediato. Luego de conversar con ellos, me fui a un restaurante para luego pasar la mañana en la Biblioteca Municipal.
Fui a despedirme de la profesora Nadolna. El sol estaba en algún lugar detrás de las nubes. Todo alrededor se veía en sintonía con mi estado de ánimo. Los árboles estaban anaranjados, el castillo rojo y marrón. Incluso la estatua de Mikolaj se veía decorada con flores. Una alfombra de hojas amarillentas formaban el camino al castillo. Ella estaba en la habitación de la entrada, escribiendo algo en una hoja grande.
- Dzień dobry, profesora.-La saludé.-
- Dzień dobry, pase por favor.-
El papel tenía una inscripción en polaco que decía:
Kopernik, mieszkaniec zamku olsztynskiego 1516 1521
-Este cartel va a estar en la sala de la entrada-me dijo-así los visitantes podrán tender una lectura rápida de algunos datos básicos, del castillo, y de él también.-Me explicó.-Todavía no estoy segura si debería agregar las traducciones en otros idiomas. No tenemos muchos turistas. Madre Rusia prefiere mantenerlos del otro lado de la Cortina.-
-Entonces tiene una buena razón para hacer colocar esas traducciones. Sería muy bueno si puede expresar sus deseos de comunicarse con el mundo.-
-¿Expresarse?¿Deseos? Veo que usted no tiene mucha experiencia en países comunistas.
Miré en el otro lado de la mesa, y ví varios papeles, algunos con las traducciones en polaco, inglés y alemán. Ella seguía mirando su hoja y aunque me vio simuló que no lo hizo. Sus ojos seguían en el papel blanco. Me quedé mirándola. Tenía un mechón de cabellos sobre su cara y con la luz del sol a sus espaldas, ella lucía como un día de verano en un trigal de las pampas. Estoy seguro de que por un momento, el reloj dejó de funcionar. Entonces le dije:
-No hemos tenido gobiernos comunistas, pero de tanto en tanto padecimos algunas interrupciones militares. Es parecido, aunque tengo amigos que no concuerdan con esta visión negativa de los mandatos De Facto. Como sea, hoy hablé con mi jefe, debo volver de inmediato a Buenos Aires. Vine a despedirme y a agradecerle su ayuda. Me voy en el tren de las 13hs a Varsovia. Creo que mi trabajo llegó a su fin. No tiene sentido buscar algo que no aparecerá. Mi Biblioteca no puede seguir pagando una investigación de esta índole, basada en sueños viejos y unos papeles de la Sra. Kodama.-
-Entiendo, mi Castillo también se vuelve impaciente cuando viajo detrás de algún libro.-me dijo mientras caminaba hacia una habitación. Un par de minutos después volvió con su campera y cartera.-Si se tiene que marchar en el tren de las 13hs, debemos salir ahora. Usted todavía no está en condiciones de sobrevivir solo en las calles polacas.-me dijo con una sonrisa.-Sé lo que es andar por un país que no habla nuestra lengua.-
Cuando salíamos, pasamos frente a la estatua y me preguntó:
-¿Qué más recuerda de él? De cuando era pequeño.-Solo entonces me dí cuenta de que ella estaba profundamente interesada y que me creía. Y en ese momento estaba ansiosa de acceder a esos preciosos momentos que tuve.
-Él disfrutaba mucho de pasear en esta zona. Algunas veces venía a caminar solo y a pensar. Una vez lo ví usando una tapado muy pesado, caminando entre copos de nieve grandes que caían sobre él...se lo veía tan felíz. Recuerdo su sonrisa.-
-¿Sabía que algunas personas han dicho que no era Él, sino Ella?-me dijo la profesora.-pero en realidad no creo mucho esas palabrerías.-
-Oo, no, no. No era ella, era él. Sin ninguna duda sobre eso. Por favor no me pregunte como lo sé, pero es así. Créame.-le dije, sin evitar reirme. Subimos al tranvía que nos llevaría a la estación de trenes.
-Navarro.¿Cuando fue la última vez que tuvo estas visiones? Se que empezaron cuando era chico, pero ¿hasta que edad fueron?-
-Bien, no recuerdo cuando fue la última vez, pero yo debí tener unos doce años. Quizás un par de veces más luego. Pero ya no puedo recordar excactamente cuando.-
Un momento después bajamos en la estación. No estoy seguro si estaba desierta o si toda esa magia y tristeza me hizo olvidar por completo de la gente que suele haber en los andenes. Nos quedamos parados mientras empezaban a caer unos copos de nieve sobre nosotros. Entonces ella sacó de su bolso algo envuelto en papel.
-Se había olvidado esto en el Castillo. Es su diario.-
-Dios, muchas gracias. Pensé que lo habia perdido en la calle. Estaba tan angustiado por eso.-Tomé el diario y lo guardé en mi mochila.-Es reconfortante saber que estuvo en el Castillo, al lado de la cama donde él durmió.-
Nos quedamos un momento, mirándonos. Nunca voy a olvidar el azul de sus ojos. El tren a mis espaldas comenzó a moverse. Entonces le dí un abrazo muy fuerte y le dije unas palabras al oído. Ella no respondió. Entre al vagón y busqué un asiento. Cuando miré hacia afuera, ella se había ido. Había pensado que estaría allí, agitando su mano para mí, pero lo que deseamos y lo que sucede, no siempre coinciden. El tren aceleró su marcha hacia la ahora triste y vacía Varsovia.
Esos momentos los tengo tan empañados en mi memoria. Es posible que sea por los años que han pasado o porque estaba llorando. Ya no puedo estar seguro.
Sentí que debía escribir todo eso en mi diario, único lugar para confesarme enteramente. Cuando lo abrí, noté que algo había cambiado. Tenía unas diez páginas escritas y con dibujos. Comencé a revisarlo y ví algunas de las imágenes que recordaba desde mi niñez: el sistema planetario, con los cuatro planetas y otro con once. Un esquema de deformación de la luz, con los grados debido a la gravedad y otro indeterminado. También tenía escrito: “Profesor, esto fue dibujado por él, tal vez simbolicen el sistema solar y nada más o quizás tengan otro signinficado. Todavía no lo sabemos. Algunos astrónomos teorizan que nuestro sistema actual está incompleto, que los errores de cálculo de las órbitas se deben a un par más de planetas que aún no han sido vistos, mas allá de Plutón. Ojalá podamos descifrar estos mensajes, encontrar nuestro hilo de Ariadna en este libro laberíntico. Le transcribí lo que me ha parecido más interesante hasta ahora. Profesor Navarro, por favor, no pierda su tiempo buscándolo, esto es lo más cercano que estará de este libro, acéptelo como un obsequio.”
Esa noche tomé mi avión desde el aeropuerto Chopin hacia Argentina. No importaba que sucediera en el futuro, ya nada se podría comparar a esos días en la tierra de Kopernik.
Aún ahora, que estoy sentado en mi vieja casa de mi Patagonia natal, revisando cada recuerdo que traje de mis viajes, sé que el libro y mis esperanzas se fueron con ella. Pero no puedo pensar en ningún otro mejor lugar para ambos, que el viejo Castillo de Olsztyn.-