miércoles, 29 de octubre de 2008

el aleph vacio

El reloj comenzó a sonar.
Abrió los ojos y se juró que esa mañana renunciaría definitivamente a ese trabajo. Bueno, lo decía cada mañana desde hace casi tres años.
Pero ese día, seguro que sí.

Se puso de pié y se dirigió al baño. El agua comenzó a correr. Tal vez al día siguiente abandonaría esa maldita empresa explotadora.
El espejo siempre le pareció algo superfluo, o aun peor. Artículo asqueroso de la vanidad. Y en su caso, un aliciente a la subestimación.
Pero cuando se miró de nuevo, algo ocurrió. Y de la naturaleza del hecho solo tuvo conciencia cierto tiempo después, cuando le fue posible plantearse ciertas cuestiones.
Tantas veces nos ha ocurrido ir por la calle y escuchar nuestro nombre. Cuando volteamos no hay nadie. O más claro todavía, y esto me ha sucedido: ver de reojo algo que se mueve a un lado. Al observar detenidamente, nos encontramos que era una simple bolsa de plástico. Pero algo sucedió. Algo primordial. En ese instante que duró nuestra confusión visual, pudimos observar claramente la cabeza, con ojos, orejas y todo, de un perro. Caramba, si lo podría dibujar en este momento. Un simple (y terrible) perro callejero. Con su pelaje desgreñado y mirada cansada. Una gran cantidad de detalles fueron advertidos en este perro imposible. ¿Cómo es plausible que tal cosa ocurra sin ser presa de alguna enfermedad mental o algo similar? Primero encontré cierto descanso al saber que esto es bastante común. Y más tarde me explicaron la razón fisiológica del suceso.
Esta aparente falencia de la percepción es una forma exitosa que encontró nuestro camino evolutivo para hacernos más eficientes. Cada cosa que experimentamos es analizada y comparada con lo tenemos en nuestra memoria para darle un significado. Parece ser un instinto humano el buscar una relación a todo lo que percibimos. Y cuando presenciamos algo que no tiene sentido, el cerebro busca uno. El que se acerque más. En el caso de la bolsa es claro: el ojo envió una información algo vacía de significado y el cerebro cumplió con su parte del trabajo, le otorgó uno.
Esto se ve como un hecho en este ejemplo, pero hay quienes dicen que se aplica a otros aspectos de nuestras actividades. El lenguaje es uno. ¿Cuántas veces alguien dice algo y el interlocutor interpreta otra cosa? Por supuesto que el idioma es un conjunto de gruñidos y silbidos que poco puede hacer para traducir los pensamientos del humano. Seguramente gran parte de nuestro potencial es filtrado por el nivel de expresión verbal que poseamos. Algunos aseguran que nuestro pensamiento es hijo directo de nuestra capacidad de lenguaje, que no podría existir el pensar sin el hablar. Pero eso ya es otro tema. Otra rama del árbol.
Lo cierto e inquietante es la situación acaecida en ese bañito de mala muerte. Porque sabemos lo que ocurre cuando el cerebro quiere interpretar algo difuso, indeterminado. Simplemente se le asigna el significado más próximo. Pero esto fue distinto. Allí se presentó algo que no podía ser confundido con nada. Algo que la mente no podría confundir con otro elemento sacado de la memoria del sujeto. Porque jamás, ni él ni nadie, lo había experimentado antes. Provenía, seguramente, de una naturaleza totalmente ajena a la nuestra. Su sustancia no era asible por nuestros cinco sentidos. Aunque sí su presencia. Y eso era lo aterrador.
Así como cuando oímos un gran ruido, nuestra audición no capta otros sonidos, o si una luz fortísima es dirigida a nuestra vista y no es posible ver otra cosa, ya que estamos sufriendo una ceguera momentáneamente a causa del exceso de luz. No se puede asimilar tanta luz.
En esta ocasión, algo apareció en su baño. Por unos segundos, algo que nunca había experimentado, ni él ni ningún ser humano se presentó a sus ojos. Su cerebro no tuvo forma de identificar o relacionar ese acontecimiento. Tampoco podía reemplazarlo con algo más porque era imposible confundirlo con lo que fuera.
Su mente quedó paralizada, podía percibir algo delante de sí. Podía darse cuenta donde estaba y que el tiempo iba transcurriendo normalmente, pero era incapaz de pensar o moverse. Estaba mentalmente encandilado. No se puede pensar en ninguna otra cosa al presenciar esta especie de Aleph vacío. Abarca todo pero también lo vacía todo en el tiempo que dura la experiencia.
Habrían pasado unos veinte segundos cuando desapareció. Se quedó un momento ahí, inmóvil. No había forma de entender cómo había podido suceder algo así. Intentaba, vanamente, encontrar esa explicación que había para todo.
Volvió a la cama.
Acaso la explicación vendría del cielorraso de su habitación, habrá pensado mientras las horas pasaban, previsibles y aburridas.
Por la tarde se reincorporó y encontró cierto significado entre la experiencia y su vida. Cierto paralelismo entre vacuidades.
Al otro día, se aprestó a dirigirse al correo para enviar su telegrama de renuncia.

void aleph

The clock began to ring.
He opened his eyes and he promised him self that the next day he would quiet from that awful job. Well, he said that every morning since almost three years. But that day, he was sure he would do it.

He stood up and leaded to the bathroom. The water started to flow. Maybe the next day he would leave that slavery enterprise.
The mirror always was seen as something vane, or even worst. It was a disgusting object of vanity, and in his case, incentive of underestimation.
But when he looked again, something happened. And about its nature he only could began to be aware of, some time later, when he could think about some particular subjects.
So many times it happened to us, we go walking for some street and we hear our name. When we turn our heads, there is nobody. Or even clearer and this has happened to me: I could see, with the corner of my eye, a black and dirty dog. When I look carefully, I realized it was only a plastic bag. But, something happened. Something basic. In the moment the visual confusion lasted, we really saw very vivid that black, fluffy and sad dog. God, I could draw it right now. A simple (and terrible) street dog. A great amount of details were seen on this impossible animal. How can it be viable that we live such a thing without been under the threat of a mind disease? At first, I’ve found some relieve when I noticed it is something very common. Some years later I was told about the physiological reason of this event.
This apparent lack of perception is a way our evolutionary path found to make us more efficient. Every thing we experience is analyzed and compared with the ones we already have in our memory to give it a meaning. It seems that is a human instinct to look for a relation to all what we perceive. And when we are witness of something without sense, the brain searches for one, the closest one. In the case of the bag is easy: the eye sent information a bit empty of meaning and the brain accomplished its part of the job, it gave it one.
It looks like a fact in this example, but there are people who say that it is also corresponded to other aspects of our activities. The language is one of them. How many times, a person says something and the other one understand something else? Of course, the speech is a bunch of grunts and whistles that hardly translate the humans thoughts. Surely, a lot of our potentiality is filter by our level of verbal expression. Some say that our thought is sun of our language capacity, that it would be impossible the development of one without the other. But this is another subject, another branch of the tree.
The disturbing and strange is what happened in this old and dirty little bathroom. Because, we know what occurred when the brain wants to interpret something blur, not defined; it gave it the most likely one. But this was different. In there something appeared and it couldn’t be mistaken with anything from his memory, because he or anybody else did experience it before. It came, unquestionably from a very different nature. Its substance couldn’t be seized by our five senses, but its presence was. And that was terrifying.
So when we hear a loud noise, our hearing can’t take other sounds or if a strong light is leaded to our eyes, there is not possible to see anything else. We are under a temporally blindness. Our eyes can’t take all that light.
In this case, something appeared in his bathroom. For a while, something that any other creature saw before came before him. His brain couldn’t identify it. It couldn’t neither change it with anything else, because it was impossible to confuse it.
His mind stood still, it could perceive something before him. He realized where he was and that time was flowing, but he wasn’t capable of moving or think. He was mind dazzled. Anything can be done and anything can be thought as while this kind of empty Aleph is present. Embrace it all and void it all too in the time the experience last.
About thirty seconds later, it disappeared. He stood there, without moving. There was any chance of understanding for what happened. He was trying, unsuccessfully, to find that answer that we have for everything.
He came back to the bed. Maybe the answer would come from his room ceiling, he thought as the hours flew foreseeable and boring.
At the afternoon he woke up and he found some meaning between the experience and his life. Some vacuums similarity. The day after, he went to the postal office to send his resignation.

jueves, 16 de octubre de 2008

la noche de Juancho

Juancho había tomado demasiado esa noche. Se agarró a las trompadas con un amigo y después lloró. Pidió ser mujer por un día y vomitó. Hacia mucho que no consumía casi una botella completa de vodka. Beto lo llevó hasta su casa, donde lo dejó acostado en el sillón. - Mañana nos vemos. -Dijo Beto, aunque Juancho no lo llegó a escuchar.
Cerca del mediodía, Juancho se tomó la cabeza. Dolía sobremanera. Cuando llegó al baño, escuchó un grito. Un grito de mujer. Su propio grito.
Sin entenderlo, observó como le asomaban, debajo de la camisa, dos pechos enormes. Su cabello era largo y castaño claro y sus pantalones le apretaban tanto que se los quiso sacar. Tenía unas caderas gigantescas. Cuando se bajo los pantalones se encontró con un asqueroso asombro que ya no tenía miembro. En su lugar había una profunda y húmeda hendidura.
Se tocaba la cara, se tomaba los pechos, se metió la mano entre las piernas. ¿Sería posible que aun estuviera dormido? O quizá era otra cosa.
Fue hasta la sala de estar con el pantalón por las rodillas. Abrió un estante y sacó el vodka. Un trago le dio la respuesta. La noche anterior, en medio de su borrachera, él había pedido un deseo. Y ese deseo incoherente había sido concedido. Por alguna razón, el pedido mas tonto que le pidiera a la vida, se le cumplió.
Se terminó de sacar el pantalón y se sentó en el sillón, con la botella siempre en la mano. El sopor del sueño estaba siendo reemplazado por el del vodka.
Volvió a mirarse entre las piernas.
Empezó a llorar.
-¿Qué voy a hacer ahora?- Se dijo. –Voy a ser una mujer todo el puto día. Y como soy yo me voy a agarrar al primero que encuentre. No. No puede ser.- Decía entre sollozos.
-No tengo que salir a ningún lado. Tengo que obligarme a estar acá encerrado. Sí.- Pensó, mirando la botella. –Allá tengo más, me voy a tomar todo lo que tenga. - Juancho sabia que estando bajo los influjos hormonales de una mujer, era posible que cediera ante el avance de algún hombre. Y la idea de esa practica homosexual lo hacia querer devolver el alcohol que tenía en el estómago. Jamás caería en algo que lo acosaría durante toda su vida.
Una hora después Juancho estaba tirado en el piso, al lado de tres botellas a medio terminar. Dos de vodka y una de ginebra. Había un poco de vómito debajo de la mesa. Sintió que quería lanzar otra vez. Se tomó del sillón y comenzó, arduamente, a levantarse. Entonces escuchó el timbre.
-¿Quién puta será? – Se dijo. Como pudo llegó hasta la puerta. Al tercer intento la abrió. Es ahí que asoma su cabeza Beto. Que la mira extrañado. –Hola... mm. – Se percató de que no traía pantalones. –Sabés, estoy buscando a Juancho ¿vos sos amiga de él? ¿Puedo pasar? –Dijo, empujando la puerta. – ¿Estás acá? ¿Juancho?- Gritó mientras iba a la habitación de su amigo. Volvió y Juancho, toda una mujer, seguía de pie junto a la puerta abierta. La mirada extraviada. – pero, linda... Te vas a resfriar así. ¿Por qué no entrás?- Dijo Beto, mientras, casi abrazándola, cerró la puerta.
Dos horas después, Beto miró hacia afuera por la puerta principal de la casa. Terminó de abrocharse los pantalones y salió a la calle, hasta su auto.
-¡Que pedazo de mina! ¿Quién sería? No le entendí nada. Este Juancho, trae cada loca a su casa. Aunque juraría que era virgen.

Noc Juancho

Juancho dużo wypił tamtej nocy. Szamotał się z przyjacielem a później płakał. Prosił by być kobietą przez jeden dzień i zwymiotował. Minęło sporo czasu od wypicia jego ostatniej całej butelki wódki. Beto przeniósł go przez cały jego dom, i pozostawił go na sofie – Do jutra - powiedział Beto, czego Juancho już nie usłyszał.
Około północy Juancho poczuł tak dotkliwy ból głowy, jak nigdy dotąd. Kiedy dotarł do łazienki usłyszał krzyk, damski krzyk. Jego własny krzyk.Zmieszany, zauważył dwie, duże piersi, pod spodem bluzki. Jego włosy były długie, jasne, brązowe i jego spodnie były tak ciasne, że chciał je zdjąć. Miał ogromne biodra. Gdy w końcu udało mu się zdjąć spodnie, doznał wielkiego zdziwienia; nie miał swojego członka. W zamian miał tam wilgotny rowek.
Dotknął swojej twarzy, złapał się klatki piersiowej i położył ręce między nogami. Czy jest możliwe, że on wciąż śpi, czy jest to może coś innego.
Ze spodniami w kolanach pobiegł do pokoju dziennego . Otworzył szafeczkę i wyciągnął butelkę wódki. Drink dał mu odpowiedź. Noc wcześniej, w jego alkoholicznym szaleństwie, poprosił o życzenie. A to głupie życzenie się spełniło. Z jakiegoś tajemniczego powodu, jego najgłupsze prośby zostały spełnione.
Zdjął spodnie i usiadł na sofie ciągle trzymając butelkę w ręce. Senne odrętwienie zostało zastąpione wódką.
Spojrzał ponownie pomiędzy swoje nogi.
Zaczął płakać.
-Co ja teraz zrobię? – zapytał się siebie – będę kobietą przez cały pieprzony dzień. A skoro już nią jestem, złapie pierwszego dupka jakiego znajdę. Nie, tak nie może być – powiedział szlochając.
- Nie mogę się stąd ruszyć. Muszę się zmusić by tu zostać. Tak. – pomyślał patrząc na butelkę – Mam tam więcej, wypiję wszystko co mam. – Juancho wiedział, że pod wpływem kobiecych hormonów, jest możliwość, że zaakceptuje męską propozycje. I sama myśl o homosexualnej sytuacji wzmagała w nim chęć wyrzucenia wszystkiego, co miał w żołądku. Nie mógłby zrobić czegoś, co by chodziło za nim całe jego życie.
Godzinę później, Juancho leżał na podłodze, przy trzech opróżnionych butelkach. Dwie wódki i jeden bimber, były jakieś wymiociny pod stołem. Poczuł impuls by po raz kolejny zwymiotować. próbował wstać I złapać się sofy. Wtedy usłyszał dzwonek do drzwi.
- kto, do kurwy nędzy może to być? – powiedział. Z małymi problemami dosięgnął drzwi. Za trzecim podejściem otworzył je. Wtedy, Beto pokazał swoją głowę. I spojrzał w bardzo dziwny sposób. – Cześć…mm – zobaczył ją bez spodni.
- Wiesz? Szukam Juancho. Jesteś jego przyjaciółką? Mogę wejść do środka? – mówiąc to popchnął drzwi. Jesteś tu Juancho? – Krzyknął I poszedł do jego pokoju. Wrócił a Juancho, kompletna kobieta, wciąż stał w otwartych drzwiach z szeroko otwartymi oczami. – Ale hej! piękna. Zaraz się przeziębisz. Dlaczego nie wejdziesz do środka? – Powiedział Beto, chwilę później prawie ją trzymając zamknął drzwi i zakluczył je.
Dwie godziny później, Beto wyszedł głównymi drzwiami domu. Zapiął rozporek i poszedł do samochodu.
- Jaka wspaniała suczka! Kim ona może być? Nie rozumiem. Mój Boże, ten Juancho przyprowadza do domu jakieś szalone dziewczyny. Ponadto mógłbym przysiąc, że była dziewicą.



omarto&gniazdowska

jueves, 9 de octubre de 2008

Pucará



Pucará: 1 fortaleza, guaraní 2 ave del norte argentino. 3 avión de combate argentino, viejo y a hélice, sin embargo usado con gran habilidad por los pilotos durante la Guerra de Malvinas. Fue una pieza clave de la fuerza aérea.
A4: Avión caza a reacción argentino
Sea Harrier: Avión caza inglés, rápido y eficaz.

En 1982, cuando estábamos en guerra, Comodoro fue una de las principales bases desde donde salían los ataques a la flota inglesa. Junto a Río Gallegos, era el gran blanco para un posible ataque inglés. Se solían hacer entrenamientos en la ciudad: los oscurecimientos. Sonaban una alarma y todos debían apagar las luces de las casas. Solamente se dejaban las esenciales y se ponían frazadas en las ventanas. En uno o dos minutos, la ciudad completa quedaba a oscuras. ¿Para que todo esto? Si venía un grupo de aviones con la intención de bombardear la ciudad, necesitaban contacto visual. En la actualidad es distinto, ponen las coordenadas y ya está, pero entonces tenían que verla. Varias veces ayudé a mi mamá a tapar las ventanas y nos quedamos calladitos, esperando a que sonara otra vez la sirena y nos avisara que estaba todo bien.
Una mañana, un poco antes de que saliera el sol, sonó la alarma. Se dieron cuenta de que un grupo de aviones ingleses estaba sobre el mar, muy cerca de la ciudad. En ese momento ningún A4 estaba en situación de salir en la base. Solamente había dos Pucará en condiciones prestas. Así que salieron.
Los aviones ingleses eran un bombardero y dos Sea Harrier que lo escoltaban. Venían volando muy bajo, por lo que no fueron detectados hasta cuando ya estaban a pocos kilómetros. Que es también la estrategia que usaban los aviones argentinos para hacer esos ataques fulminantes a los barcos ingleses. Cuando los Pucará asomaron en un costado del Cerro Chenque y se perdieron en el horizonte, los aviones británicos los vieron y se elevaron hasta una altura óptima, que usarían para hacer el bombardeo. En la primera pasada, un avión argentino y un Harrier fueron derribados. Tiempo después, cuando fueron inspeccionados en el fondo del mar, se los encontró con una gran cantidad de orificios de balas en la zona de las carlingas. El Pucará y el Harrier restantes comenzaron su duelo. El bombardero, más lento, enfiló hacia el centro de la ciudad, seguramente por tener allí un blanco mucho más fácil que la base aérea, escondida entre cerros.
El piloto argentino, Lacombe, nacido en Entre Ríos, estaba entrelazado en una lucha desigual en un aparato varias décadas más antiguo que su par inglés. Sin embargo, ambas naves comenzaron a mostrar un rosario de orificios en sus laterales. El Harrier comenzó a lanzar sus cohetes pero ninguno logró hacer impacto sobre Lacombe. Todos ellos murieron en el océano. Los aviones dibujaban espirales intentando salir del blanco del otro. Por momentos se enfrentaban, por momentos se perdían de vista. Los ruidos de los motores y disparos retumbaban sobre las olas.
Fueron solamente unos minutos, pero duró toda una vida y no solamente para el entrerriano, en la ciudad ya despierta, miles de ojos escarbaban el horizonte. La luz del sol sobre el mar se mezclaba con la del combate. Ambas naves se hirieron gravemente pero no podían derribarse. En uno de los virajes, el argentino vio al bombardero ya muy cerca de la playa y lo que es lo mismo, de la ciudad. Se dio cuenta de que no tenía opción. Dirigió al Pucará hacia el bombardero y aceleró al máximo los motores. Cuando estuvo a tiro, vació todas las balas que le quedaban sobre el fuselaje del bombardero. Por supuesto que el Harrier aprovechó la oportunidad para abrir fuego sobre él. Y fue muy preciso. En el momento en que las balas cruzaban por la nave argentina, el bombardero empezó a perder altitud hasta hundirse en el mar en medio de una nube de agua. El Pucará intentó elevarse para, tal vez, planear sobre la base aérea, pero las balas seguían atravesándolo. En ese momento, dos A4 aparecieron por un lado del Cerro y se dirigieron directamente hacia el inglés, que intentó doblar en U, pero fue demasiado tarde, los primero impactos lo hicieron caer al mar, a sólo unos metros del muelle.
Lacombe, ya sin combustible y con el fuselaje destruido, alcanzó a esquivar a los edificios pero no pudo hacer lo mismo con el Cerro aun con la baja velocidad que traía. Una columna de tierra marrón y opaca avisó a la ciudad que el único combate en el continente había terminado.
Muchas personas que permanecían atentas a lo que sucedía comenzaron a trepar el Cerro. Diez, veinte, un centenar. El grupo de hombres y mujeres sacaron el cuerpo de Lacombe. Todo estaba lleno de agujeros de balas. Se dieron cuenta de que sus piernas habían sido seccionadas por los disparos. La gran cantidad de gente impidió acercarse a las ambulancias, y los helicópteros tampoco tenían lugar donde aterrizar. Improvisaron una camilla atando varias camperas y cargaron el cuerpo maltrecho del piloto hacia el centro de la ciudad.
Cuando la muchedumbre llegó al Hospital Regional, la noticia ya era conocida por todos. Carlos Omar estaba transmitiendo desde muy temprano en la radio ese día y de alguna forma, parecía observar todo lo que sucedía. Dejaron el cuerpo en la entrada principal mientras los soldados heridos que ya estaban allí, mas la gente de la ciudad, se agrupó a su alrededor. Sin embargo, no se vio ningún uniforme esa mañana.
En la ladera del Cerro, que se puede ver desde toda la ciudad, estaban los restos del Pucará, con sus alas rotas, en un dibujo que asemejaba una cruz.
Después nos enteramos que ese ataque era para un convoy argentino, pero por alguna razón se desviaron hacia la ciudad. Probablemente era la segunda opción ya que los aviones no pueden aterrizar en los portaviones con las bombas encima.
Hasta el fin de la guerra, el lugar no fue tocado. Entonces, el Ejército quiso retirar al avión de ahí, pero un grupo de vecinos se lo impidió. A la semana siguiente volvieron, esta vez, el avión estaba rodeado por piedras blancas, que reforzaban la forma de la cruz. Los vecinos hablaron con los militares y les dijeron, “lo lamentamos mucho, pero el avión se queda acá, nadie entra en la cruz”. Luego de perder la guerra, el mando militar estaba muy debilitado y no querían entrar en conflicto con la ciudad por una nave derribada, por lo que se retiraron del lugar. Al día siguiente, los diarios de Comodoro pusieron en primera plana: “la ciudad habló: nadie entra en la Cruz”.
Y el avión se quedó ahí.
Con los años, se construyó un parque a su alrededor. Dos escaleras unen el centro de la ciudad con el Parque de la Cruz. Una placa transparente de dos metros de alto tiene inscripta la historia de Lacombe. Cuando uno se para enfrente para leerlo, puede ver la ciudad al mismo tiempo. El lugar esta con gente a casi toda hora. Por las noches, se juntan grupitos de chicos y chicas a charlar o tomar. Lacombe se inclinaba mucho por el fernet, por lo que se pueden ver muchas botellas al lado del avión, todas destapadas. Una especie de difunta Correa alcohólica. Alguien, en algún momento, le dibujó en un costado de la carlinga, la silueta del bombardero y la fecha en que lo derribó.
Es curioso que, aunque no suele haber presencia policial en el lugar, no es sabido de ningún hecho criminal.

****parte de un libro de cuentos sobre Comodoro Rivadavia*****
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Pucará: 1 guarani languague: fortress. 2 bird from the north of Argentina 3 fighting plane used in the Malvinas war by the arg air force. It’s an old, propeller plane. But they were used very skilled by the pilots. They helped to sink several of the most modern and powerful ships from the british navy
A4: modern fighting plane also used by the arg air force in the war (still in service)
Sea harrier: fast and powerful fighting plane used by the english

During the war of Malvinas, the Comodoro base was fundamental in the attacks over the british navy. Most of the planes took off from there, Rio Grande or Rio Gallegos. For that reason, the city was a target. It was done very often to turn the city into darkness. In those years, the bombers needed to see the lights of the city to drop their bombs. If the city turns off all the lights, they will no have any place to drop their bombs and at the day light, they would be shot down very easily. All the people used to put covers over the windows and turn off all the lights from the outside of the houses. In a couple of minutes, the city was complete dark.

One morning, in the moment when the sun was about to rise, the sirens began to yell. English planes were a few kms from Comodoro. They were flying very low (just as the arg planes do to attack them) and they weren’t seen so far. None of the A4 was in conditions of taking off; only two pucaras were ready to go. So, they went.
Over the ocean there were a bomber and two sea harriers. When they noticed of the Pucarás, they raised quickly to have a good point of dropping. One of the arg planes and one of the English were shot at once. Time later they were checked under the sea; the cockpits had a lot of bullets holes, they shot down each other. The remaining fighting planes began to shoot each other as while the bomber opened its formation and leaded to the city downtown, surely because it was an easier target than the base among the hills. The Argentinean pilot, Lacombe, born in the province of Entre Rios, was trying to elude the harrier, so much fast and versatile. Even so, both of them received several holes in their sides. The harrier launched all its rockets but they couldn’t reach the arg plane. It was only a few minutes, but it took for a life time, and not only for Lacombe. The entire city was watching to the horizon where the light of sun was confused with the lights of the battle. Both planes damaged each other badly, but they couldn’t knock down the other one. In a pass, the arg saw the bomber; it was too close to the city. And he realized he had no choice. He leaded the pucara to the english bomber tale and when he was close enough he downloaded all the bullets over it. The bomber was loosing altitude with an engine on fire until it crashed into the ocean. Of course, the English fighter used that time to attack him and it was very accurate. The fuel level dropped to zero in the arg cockpit.
The Pucará tried to elevate for gliding over the base but the English was still shooting over him. They were reaching the coast, what it’s the same, the city; when two A4 came over the chenque hill and pointed straight to the harrier. The English tried to turn over the plane, but one rocket and a hundred of bullets sent him inside the waters, just some meters away from the harbour.
Lacombe had his plane empty and almost destroyed. He pulled it up a bit, enough to avoid the buildings, but not enough to prevent the crash with the hill.
A big smoke column told to the city that the only combat in the continent was over.
A lot of people climbed the hill to the crashing place. When they reached it they saw the plane tear in pieces. A group of men and women took out the body of Lacombe, witch one was hugely damaged. The whole plane and the pilot him self shown the signals of the bullets, both legs were amputated by the shots.
The ambulances couldn’t go to the place because of all the people gathered there, neither the helicopters could landed. A stretcher was improvised with some jackets and the crowd carried the pilot all the way down until the Hospital Regional. Hundreds of injured soldiers were there. And for the time the crowd arrived, the news was known by everybody.
The hill can be seen from the entire city. And in a side of it, the crashed plane stayed there with its broken wings drawing a shape like a cross.
At the moment militaries went to take the plane out, the neighbours gathered to prevent that. They already made a white line with white stones, all around the plane. And they said “we are very sorry, but the plane will stay. Nobody enters into the cross”. The militaries went away and the next day, the newspapers of the city showed those words in big letters: the city said, nobody enters in the cross. The military government was weak after the defeat of the war, so they didn’t want to start a fight with the city. And the plane remained.
With the years, a park was made around the plane. Two stairs goes from the city downtown to the “Pucara Park”. A big transparent plaque is on a side telling the story. When you read it, you can see the city through it. The place is with people almost all the time. At nights, the kids use to go there to drink and talk. Every body knows Lacombe enjoyed red wine very much, so there are many bottles around the plane, all of them with the cup off.
even when there are not police precence in the area, its not known any kind of criminal acts around the cross.
*******************part of a short stories books about Comodoro Rivadavia*****************

miércoles, 8 de octubre de 2008

La casa del Chenque

Al llegar a Comodoro Rivadavia, lo primero que se ve, entre el Cerro Chenque y el mar, es el cementerio. Con sus cruces blancas y lápidas de mármol que alojan a los primeros habitantes de la ciudad. Es común encontrar nombres en idiomas casi indescifrables. Muchos de Bulgaria, Polonia, Rusia o Yugoslavia. Ya no quedan parientes que les lleven flores, muchas están desapareciendo y fundiéndose con la tierra para ser olvidadas. Como todo.
Lo siguiente que uno puede apreciar, es esa espantosa casona en la cima del cerro. Hecha de paredes gigantes de bloques grises. Con carencia total de ventanas, se muestra como un gigante ciego o muerto.
Todos los recién llegados a la ciudad preguntan por la casona. Sin embargo la ciudad se rehúsa a hablar del tema, como si al nombrarla hicieran revivir los hechos no muy agradables que sucedieron ahí.
A las pocas semanas de haber llegado a la ciudad, el destino (o tal vez la ciudad misma en su misterioso laberinto de caprichos) me llevó a conocer al hombre que fabricaría esa casona: Orlando.

Que Orlando nunca fue muy sociable, es conocido por todos. Pero cuando edificó la casa en el Chenque, la gente se terminó de dar cuenta que le faltaban muchos tornillos.
Bueno, no era una casa común. Era casi un castillo. Entonces era de esperar que jamás lo terminara. Algunos dicen que por falta de fondos. Otros porque perdió el interés. Yo creo que su mente se extravió por completo y no necesitaba ya de un lugar físico distinto para sentirse cómodo.
Fue en el año 85 o tal vez el 86. Orlando ganó el prode. Sí, el prode. El juego ese del fútbol. Y eso que Orlando siempre odió el fútbol. Fue en moneda de aquella época. No se cuanta, pero fue mucha. Lo primero que hizo fue invertirla en propiedades. Casa acá, casa allá. Campo por aquel lado. Parece que le fue bien en los negocios.
Poco tiempo después, dejó de ser visto durante meses. Entonces empezó la construcción de la casa del Chenque. Ahí fue cuando llegué a la ciudad y cuando lo conocí.


Yo era amigo de un amigo suyo. Y como necesitaba de un agrimensor, me llamó a mí. La primera charla fue en una de sus casas en el Pietrobelli. Ese barrio de la ladera del cerro. Se puede ver toda la ciudad desde ese lugar. Excelente.
Era un tipo bastante alto, extremadamente blanco, cabello muy corto, como los militares. Los ojos hundidos, parecía que siempre estaba pensando algo. Jamás lo vi sonreír, lo vi reírse, pero es distinto. Su risa daba miedo, era enfermiza. Apenas entré, me dio la mano muy fuertemente y me empezó a hablar de lo que quería. Nada de vueltas con él.
Pensaba hacer una serie de túneles dentro del cerro Chenque que uniera todas sus propiedades. Desde la casona de la parte alta hasta su última casa del Pietrobelli. Y además, otro túnel que desembocara en la costa. Si bien la playa no esta a mas de 300 metros, es un tanto ilógico hacer esto. Caramba, es todo ilógico. Pero como contaba con el capital necesario y yo necesitaba del trabajo, no puse demasiadas objeciones.
23 días después empecé con los trabajos.
Una treintena de obreros traídos desde Bolivia estaban a mi disposición. Y eran bastante buenos. El túnel inicial se hizo desde la ladera norte del cerro, donde esta el camino alternativo.
Durante la primera semana, uno de los obreros quedó atrapado por una de las máquinas. Cuando la hicieron retroceder para sacarlo, ésta patinó y lo aplastó. Fue un desastre. De lo mas terrorífico que vi en mi vida. Sin embargo, no vino la policía, ni la ambulancia. Nadie apareció. El mismo grupo de obreros se encargó de sacarlo. Bueno, las partes que quedaron. Y no se adonde lo llevaron.
Ese fue el primer indicio de que algo no andaba bien. Orlando me pidió que mantuviera estos incidentes entre nosotros. Que “¿para que alarmar a la gente con cosas que no son de su incumbencia?”
Debo decir que le hice caso. Esa construcción era todo un reto para mí. La quería terminar como fuera.

Por las noches íbamos, con algunos de los ingenieros, a uno de los bares del Pietrobelli. La primera vez, nos acompañaron un par de trabajadores. Pero luego, sin explicaciones, dijeron que ya no podían ir. A Orlando lo solíamos ver siempre con un grupito de chicos y chicas, de secundario, supongo. Siempre tomando. Un par de veces tuvimos que llevarlo casi a la rastra. No era bueno para tomar. Otras veces, los chicos lo llevaban hasta la casa. Tampoco era improbable que desapareciera por días. Por lo general se iba con el grupito ese de chicos y se quedaba a dormir con ellos.

Hay personas que tienen una sabiduría natural. Cuando hablan, suelen acertar más que cualquiera de nosotros. Celeste era una de esas personas. Desde que ella y los demás chicos empezaron a salir con nosotros, siempre fue ella quien llamo la atención de todos. Bastante por su aspecto: alta, de cabellos castaños claros y ojos marrones muy claritos. Y también atraía mucho por su forma de manejarse. ************************



"este es el fragmento de uno de los cuentos que estoy escribiendo. ire subiendo varias cosas. como para cumplir nomas."